Ante todo, el riesgo de
producir poesía como una operación drástica, una apuesta en emergencia, una
experiencia perturbadora. Crear una lengua es sin dudas una acción política,
una praxis comunitaria, una instancia colectiva. Bataille lo sabía cuando fundó
en 1936 la revista Acéphale, punto de
partida para un pensamiento “descabezado”, crítico de la razón instrumental y
devastadora del cuerpo.
¿Qué significa la acefalidad?
Vivir, pensar, escribir,
hacer arte “sin cabeza”, esencialmente sin una autoridad rectora, interior o
exterior. El artista acéfalo subvierte las condiciones de producción sean
materiales o simbólicas, no se deja ganar por los aromas dominantes, su
trayecto es el del salmón. La acefalidad
se mueve eróticamente, o mejor aún, es una erótica de lo imposible. Para sugerirlo
de otra forma: el hombre es imposible sin el Eros acéfalo. Bataille, y por qué
no Tarcovski, nos proponen una lógica sacrificial en la vida comunitaria-social,
el hacer humano asociado a lo sagrado en sacrificio. ¿Y qué es escribir sino “sacrificar”
palabras, líneas, ideas?
Escribir es un sacrificio erótico
de carácter acéfalo, una liberación que nos abisma, nos deja solos, muy solos…
Gabriel Penner