La poesía cliché está amparada en el registro de resoluciones rápidas e infunde una ética que tiene como tópico la concesión hacia el lector, el texto cliché busca un público cliché. Es allí donde se pretende establecer una sintonía fácil, rápida. Sea en lo sencillo como en lo tortuoso, sea en la belleza como en la fealdad, la escritura atravesada por esta praxis es una producción de la comodidad o mejor dicho de comodidades múltiples y yuxtapuestas. (El que escribe, el que lee, el que reproduce, el que repite, el que…)
El poema cliché es un poema concedido, un exceso de familiaridad, sostenido por palabras, ideas y percepciones simplificadas; siempre se sabe hacia donde va, donde termina. Es un texto sin dialéctica, sin contradicciones, sin movimiento. No importa la corriente poética que represente el poema cliché es reconocible, aparece, circula en distintos formatos: libros, páginas web, muros de Facebook, servilletas, obras de teatro, películas, canciones, documentales de tv, suplementos literarios, ficciones, unitarios, relaciones de pareja…
El poema cliché hegemoniza la cultura.
El
poema cliché es un asqueroso peluche.
Gabriel Penner