Una vez más el punto de partida es lo que se escapa, aquello que se escabulle, esas "instancias del entre", lo que no se deja atrapar, los pliegues, la vida, el arte. Y ahí se encuentra la figura de Merleau-Ponty, con su sonrisa y su amistad-enemistad con Sartre, con su cuerpo entramado, su cuerpo-mundo, su fenomenología de la percepción, lo visible y lo invisible, su "quiasmo" como conjuro intelectual. Esto es ya un atractivo inicio para indagar y volcarse a la praxis artística. Lo quiasmótico como camino de pensamiento y acción, es allí en donde nos cita y nos sitúa el trabajo del querido Maurice. Y por él argumentamos y decimos que todo poema es un cuerpo y todo cuerpo es un poema. Y viceversa o viceversa de la viceversa. He aquí la partitura de la reversibilidad que sostiene la música de la "quiasmosis". Poema y cuerpo se cruzan, se conjugan, se con-juegan y así llega el "cuerpoema" o como se lo transita en las operaciones performáticas, la "cuerpoesía" o "dimensión cuerpoética". Así las cosas el poema-carne es un teatro en sí mismo que se lee y deslee al tiempo que la carne-poema es lenguaje que se escribe y dice materialmente. En otros trabajos hemos alimentado la idea del "cuerpo como máquina de escribir" y su revés. Desde esta perspectiva se trata de adentrarse en las posibilidades de interacción entre corporeidad y discursividad a partir de una "concepción quiasmótica". Este permiso del pensamiento (el pensamiento que no se da permisos es mera reproducción) se podría cristalizar en la lengua como figura-imagen que reúne cuerpo y palabra. La lengua como vehículo en donde se concreta el discurso del cuerpo (sacar-mover la lengua) y como signo-materia. La lengua es corpoética, matérica y sígnica en su constitución reversible. Se trata de usar la lengua para hacer con la lengua, lenguarecerse, hacerse lenguaje. La filósofa Judith Butler sostiene en varios de sus libros que lenguaje y materialidad no se oponen porque el lenguaje siempre se refiere a la materia y a la vez todo material es significante, pero la posición quiasmática no reduce ni sintetiza esos dos polos. En "Lenguaje, poder, identidad" Butler escribe: “La relación entre el habla y un cuerpo es un quiasmo. El habla es corporal, pero el cuerpo a veces excede el habla; y el habla permanece irreductible a los sentidos corporales de su enunciación”. Aquí la cuestión apunta a no caer en reduccionismos polarizantes y buscar un desprendimiento de la imaginación. La lengua-cuerpo es performática, vive en acto, es acción, es arte vivo, performance. El cuerpo-lengua es un texto que exuda palabras, se encuentra con otros textos, escribe poesía. Siguiendo esta idea de “quiasmo” trazada por Merleau Ponty establecemos una intervención imaginativa entendida como una disposición cruzada multiplicadora que abre sentidos políticos y poéticos, estéticos y éticos. Es un más allá de las polaridades, es la apertura a las diferencias, lo plural avanza quiasmoéticamente desafiando las miradas o posiciones dicotómicas. Una epistemología "Q" busca sobrepasar tanto las instancias de separación como las de unificación, ambas nutridas por las univocidades sustanciales. La "Q" como episteme corpoética se instala bajo la lógica incómoda del devenir. Es una apuesta contra los límites enfrentada a las demarcaciones. La "Q" de quiasmo que invita a crear pensando y lo inverso.
Gabriel Penner