La historia del mundo titiritil se cruza con la poesía en un hospital de la ciudad de Sarajevo, capital de Bosnia, mediante un nombre, quizás un seudónimo, que por primera vez aparece bajo las siglas "G.K" en plena guerra de los Balcanes. La muerte presente en todas las calles con francotiradores en distintos recovecos es una postal de angustia y terror que la humanidad no podrá esconder. En ese contexto en donde lo tanático imponía su lógica surge un poeta de la emergencia, un constructor de lenguaje pero asociado a objetos, que supo plasmar una erótica objetual para enfrentar las calamidades del conflicto y acompañar a las víctimas. Dicha concepción se fue desarrollando en paralelo con su perspectiva psicoanalítica que algunos de sus colegas del hospital tildaban de "lacanismo crítico". Entonces tenemos que problematizar para dar cuenta de nuestro personaje una triple dimensión o un triángulo constituido por tres tipos de operaciones, a saber: a) psicoanalítica, b) poética y c) objetual. En ese territorio de interacciones se encuentra la historia de Goran Kojevic, también llamado "el Titiritero de los Balcanes". Una pequeña digresión: en un texto-excursus anterior se ha planteado la posible relación entre Goran Kojevic y el teatrista Kurt Assayas como parte de relaciones heteronímicas. (Ver: "Kurt Assayas o el teatro de heterónimos", que forma parte de este blog). Sigamos a partir de algunas preguntas: ¿Cómo fue su trayecto creacional? ¿Qué fue lo primero con lo que se topó G.K? Algunos estudios indican que frente a la violencia estructural imperante y la deshumanización de las relaciones, nuestro personaje decidió transitar del mundo de la palabra al mundo de la cosa. Su territorio de origen estaba situado en el psicoanálisis, en cierta escuela lacaniana marginal que operaba en la periferia de la ciudad. Siempre sostuvo la idea de trabajar en y con los bordes, por eso definía a Lacan y su teoría como la liminalidad psicoanalítica. Postulaba que "ahí donde se leía un concepto se estaba frente a un poema", es por eso que se zambulló en la palabra como vector desorganizador. Esto que se está describiendo es el paso que va de lo psi a lo poético y que está bien referenciado en algunos textos como:
"Lacan ese perro francés/sólo sabía dar pasos en fal(s)o.
Desfalado no es lo mismo que despalabrado o sin hablar...
¿Y qué es eso que "la relación sexual no existe?
Acaso es lo que veo por la ventana allá
en el living del contra-frente
unos vecinos tumbados masturbándose.
Ay Lacan
Tres nudos sobre la mesa.
Y tus hijos que para matarte te veneran...
Ay Lacan
Ay Lacan
la escritura no dice
contra-dice..."
Con un conjunto de poemas apoyados en la tónica del fragmento anterior que se ha transcripto, Goran Kojevic emprende y consolida la pirueta creativa que vincula dos universos paralelos. Con vuelos sarcásticos e irónicos el autor comienza a penetrar la realidad con sus poemas. Su soporte es "ese perro francés" que utiliza como excusa o más que eso, un arma entre las armas. Se pueden leer más poemas del personaje en cuestión en el libro publicado por Funda/Mental Ediciones en el año 2012 titulado "Ocio X Ocio". (Buscar en el catálogo de este blog). La palabra poética produjo cierto despertar por lo material, lo concreto, o si se quiere, por el hacer desde la carne. Según relató alguna vez a una revista de la zona de conflicto: "La guerra me hizo descubrir la materia ciega, frente al sufrimiento, frente al dolor, la metáfora desaparece y todo se vuelve matérico". A partir de ese mometum cósico comenzó a desarrollar un proceso de sustitución de la palabra como aproximación a los otros por lo que denominó lazos objetuales en donde los objetos y su despliegue escénico constituyen una recomposición de los vínculos destrozados por la (ir)racionalidad bélica. Y fueron los niños y niñas, principales víctimas de la guerra de los Balcanes, quienes le marcaron el sendero hacia el desarrollo de una imaginación que combina lo concreto y lo animista. Es por esos tiempos que comienza a pensar una pedagogía de la animación atravesada por el concepto que denominó "obj(g)estos" entendiendo la importancia de la cosidad extendida que reúne dinámicamente al objeto y sus formas gestuales, un teatro de objetos que se expande hacia lo escénico multiplicado. Sus incursiones en estudios lacananianos a partir del concepto de "Objeto a" que supo traducirlo e incorporarlo hacia el campo de los objetos teatrales animados en donde lo objetual se presenta como una extensión del cuerpo al mismo tiempo que representa el deseo inalcansable a partir de un objeto-metonimia que se desplaza permanentemente. Goran Kojevic planteó que en el marco del teatro de títeres, marionetas y objetos, se pueden encontrar y practicar relaciones dialogales (y por qué no diagonales, agregamos) que llevan a posibilitar gestos que interpelan al mismo tiempo lo posible y lo imposible, generando una praxis que busca romper toda disposición dicotómica o antinómica. La historia del Titiritero de los Balcanes conoce de otros episodios que seguramente se contarán en estas páginas.
Con un conjunto de poemas apoyados en la tónica del fragmento anterior que se ha transcripto, Goran Kojevic emprende y consolida la pirueta creativa que vincula dos universos paralelos. Con vuelos sarcásticos e irónicos el autor comienza a penetrar la realidad con sus poemas. Su soporte es "ese perro francés" que utiliza como excusa o más que eso, un arma entre las armas. Se pueden leer más poemas del personaje en cuestión en el libro publicado por Funda/Mental Ediciones en el año 2012 titulado "Ocio X Ocio". (Buscar en el catálogo de este blog). La palabra poética produjo cierto despertar por lo material, lo concreto, o si se quiere, por el hacer desde la carne. Según relató alguna vez a una revista de la zona de conflicto: "La guerra me hizo descubrir la materia ciega, frente al sufrimiento, frente al dolor, la metáfora desaparece y todo se vuelve matérico". A partir de ese mometum cósico comenzó a desarrollar un proceso de sustitución de la palabra como aproximación a los otros por lo que denominó lazos objetuales en donde los objetos y su despliegue escénico constituyen una recomposición de los vínculos destrozados por la (ir)racionalidad bélica. Y fueron los niños y niñas, principales víctimas de la guerra de los Balcanes, quienes le marcaron el sendero hacia el desarrollo de una imaginación que combina lo concreto y lo animista. Es por esos tiempos que comienza a pensar una pedagogía de la animación atravesada por el concepto que denominó "obj(g)estos" entendiendo la importancia de la cosidad extendida que reúne dinámicamente al objeto y sus formas gestuales, un teatro de objetos que se expande hacia lo escénico multiplicado. Sus incursiones en estudios lacananianos a partir del concepto de "Objeto a" que supo traducirlo e incorporarlo hacia el campo de los objetos teatrales animados en donde lo objetual se presenta como una extensión del cuerpo al mismo tiempo que representa el deseo inalcansable a partir de un objeto-metonimia que se desplaza permanentemente. Goran Kojevic planteó que en el marco del teatro de títeres, marionetas y objetos, se pueden encontrar y practicar relaciones dialogales (y por qué no diagonales, agregamos) que llevan a posibilitar gestos que interpelan al mismo tiempo lo posible y lo imposible, generando una praxis que busca romper toda disposición dicotómica o antinómica. La historia del Titiritero de los Balcanes conoce de otros episodios que seguramente se contarán en estas páginas.
Gabriel Penner